Vuelven las escolleras a los ríos Torío y Bernesga
Escollera en el Torío a la altura de Villarrodrigo (Villaquilambre).
La Revista “Quercus” (decana de la prensa ambiental en España) del mes de noviembre de 2011 se hace eco (“Arrasado un tramo del Río Torío en León”) de una denuncia realizada por la Asociación AEMS Ríos con vida sobre la forma como se han ejecutado las obras de “restauración de riberas” en el río Torío y Bernesga, donde en diversos tramos se ha procedido injustificadamente al dragado con maquinaria pesada y canalización con escolleras, actuaciones ambas de elevado impacto ambiental.
La “adecuación” o “restauración” de riberas se ha convertido en un eufemismo que da cobertura a una serie de acciones (talas y desbroces indiscriminados, grandes movimientos de tierra, escolleras,...) que causan serios daños a la vegetación de ribera (como nuestras viejas alisedas), y que terminan por convertir los ríos en canales o regatos “alicatados” sin vida.
Especialmente grave es la actuación en un tramo del Río Torío a su paso por Villarrodrigo de las Regueras (Ayuntamiento de Villaquilambre) donde, además del dragado, se ha realizado una impresionante escollera en ambos márgenes del río, con relleno y elevación de la cota en uno de ellos, sin que existan razones técnicas que lo justifiquen.
Las obras, que se han llevado a cabo sin sometimiento a evaluación de impacto ambiental, han eludido igualmente cualquier tipo de participación pública, a pesar de que el Ministerio de Medio Ambiente edita una Guía metodológica para el diseño de procesos participativos en la restauración de ríos, donde se defiende con relación a estos proyectos: -la flexibilidad y adaptación a las necesidades que surjan;-la implicación de las partes interesadas y afectadas; y -la incorporación de profesionales con experiencia en dichos procesos participativos.
Efectivamente, hay motivos para creer que con estas actuaciones se infringen, entre otras, la Directiva Marco del Agua - DMA 2000/60/CE- en lo relativo a los principios de buen estado ecológico y no deterioro adicional y la Directiva 2007/60, sobre la evaluación y gestión de las inundaciones, al favorecer las mismas, habida cuenta de que una ribera con su vegetación natural es la mejor prevención frente a eventuales aumentos del nivel de las aguas.
Pero es que, además, se incumplen igualmente varios aspectos de la propia Estrategia Nacional de Restauración de Ríos, aprobada por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM).
Así, en cuanto al Diagnóstico de la situación de los ríos en España, en la Estrategia se reconoce (apartado 7.4) que las alteraciones morfológicas de los cauces (dragados, encauzamientos, rectificación o revestimiento de cauces) se han llevado a cabo muchas veces sin que se realicen estudios científicos previos que avalen su conveniencia o bien, donde se detalle la mejor forma de realización. Por otro lado y por lo que se refiere a la Definición de Líneas de Trabajo de la Estrategia se incumple de forma notoria el necesario fomento de la implicación de los agentes sociales (apartado 9.5).
La realización de obras que faciliten el uso público (paseos peatonales) en el entorno de nuestras riberas no puede amparar de ninguna manera impactos tan severos. Es evidente que podría conseguirse el mismo objetivo con proyectos más blandos, con la premisa esencial del respeto a la naturalidad de estos valiosos ecosistemas. Todo ello no sólo con un menor daño ambiental sino también con un menor coste económico.
Pero para ello es necesario y urgente que la Confederación Hidrográfica del Duero deje de actuar con ideas y criterios más propios de otras épocas.
VER: Denuncia realizada por AEMS Ríos con Vida y publicada en El Mundo-Natura
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